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El valor del árbol genealógico

El árbol genealógico de la familia se encuentra en la sala principal de la casa paterna. Mis padres le tienen mucho aprecio y han sabido transmitirlo a hijos y nietos, que por cierto, aparecemos en él rompiendo cierto esquema, pues somos dos generaciones que observamos la cámara directamente con amplia sonrisa, a diferencia de toda una línea ancestral en la que podemos ver hasta cinco generaciones de rostros serios, serenos, con cierto aire de gravedad y profunda dignidad.

Rostros recortados de copias de unas fotografías de cuerpo entero, en las que aparecen retocados por las hábiles manos del fotógrafo de antaño. Se les puede ver con escogida vestimenta y estudiada pose, viendo hacia un punto indefinido en la dirección que seguramente les indicaron en el estudio donde fueron tomadas. Algunas de esas fotografías estaban amarillentas y deterioradas; ahora están como nuevas, rehechas por computadora.

Mis padres se afanan explicando el frondoso árbol.

–Miren -dice mi madre a propios y extraños, señalando con el dedo la línea directa ascendente, tanto la suya como la de mi padre-: estos son los abuelos, los bisabuelos, los   tatarabuelos y los papás de lo tatarabuelos.

Lo hace mientras aporta datos sobre profesiones, aficiones, logros y demás. Luego suele lanzar un suspiro como si estuviese viendo con su corazón más generaciones hacia arriba.

En ocasiones lo hace a la inversa, es decir, empieza de arriba hacia abajo, señalando padres, hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y choznos, por lo que termina señalándonos a nosotros con el dedo, y luego dice en tono orgulloso: -Ya vendrán más generaciones.

Ese es el árbol genealógico donde está el orgullo, la referencia, la identidad y profundas raíces de las generaciones de los miembros de mi familia, de los que hoy viven y los que vendrán después, ya que pienso encargarme de ir actualizándolo, si es que se justifica.

Esto último lo digo no por ocurrente pesimismo, sino porque bien sé que de mi orgulloso árbol familiar pueden brotar brazos deformes para entrar en decadencia,  ya que actualmente los matrimonios resultan ser más frágiles que antaño; y que la verdadera unión, al no ser representada fielmente por dos fotografías, estas no convocarán a la auténtica plenitud de los sentimientos en la relación paterno–filial al ser observadas por las siguientes generaciones.

Puede suceder, ya que no se logra la autenticidad y plenitud de la relación paterno-filial allí donde solo hay aportación genética de los gametos, o donde ocurrieron las infortunadas series de severos descuidos, abandonos, ausencias. Donde no sobrevivió, si la hubo, esa unión en el ser; esa  nueva forma de ser que solo se da en el “ser juntos”, por la implicación personal en el amor.

Al desarrollarse la vida del matrimonio, la individualidad del ser de cada cónyuge se conserva, pero al mismo tiempo hace posible el nacimiento de una tercera forma de ser conjuntada en el amor, en donde las cosas de la vida adquieren su mayor sentido, si las viven juntos.

Es la tercera dimensión del amor que se extiende y da vida a la generación siguiente. Una paternidad y una maternidad conjuntada de la que nace la verdadera fecundidad.

La falta de esta herencia parece asentarse sobre la presencia tantas veces frustrada de una unión entre los padres, que se intenta sustituir con los inútiles sucedáneos de una paternidad y una maternidad individualizada y separada, donde “lo nuestro” queda ahogado en la esterilidad de lo mío y lo tuyo, creándose una genealogía que no es personal en su misma raíz.

El árbol genealógico de mi familia pasa esta prueba, pues me habla de la implicación personal que en su dimensión constitutiva como varón y mujer, tuvieron mis parientes en sus uniones y de las cuales provengo, no solo en la reproducción en el plano biológico, sino por un amor que se ha convertido en herencia, para hacerlo vida.

Una herencia que me da una profunda identidad y sentido de pertenencia familiar.

Que ha allanado felizmente mi existencia, y que por fortuna, se encuentra inscrita en nuestra naturaleza.

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